Libros y Lanzas Virrey

El virrey que lo empeñó todo para nada

A fines del s.XVII, don Francisco de Villavicencio empeñó todos sus bienes para ser nombrado virrey del Perú, sin embargo, todos sus esfuerzos quedaron en el fondo del océano.

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Ingresos extra para un imperio en crisis

Carlos II

A lo largo del s. XVII, la Corona española hubo de afrontar una sangría humana y económica como hasta nunca antes había soportado. La Guerra de los Treinta Años, el enfrentamiento contra los rebeldes holandeses, la independencia de Portugal y las revueltas y conspiraciones internas sumieron al mayor imperio del mundo en un declive constante y pronunciado.

En el s.XVII, la Corona española comenzó a vender cargos y títulos buscando nuevas fuentes de ingresos que paliaran las cuentas de una Hacienda Real acosada por las guerras y la corrupción

Juan José de Austria

La plata americana ya no era suficiente para sostener aquel gigante con pies de barro: la corrupción se volvió endémica, los gastos se dispararon y la inflación creció sin parar hasta la reforma monetaria de Carlos II (1680-1686). Ante tan acuciantes problemas económicos, la Corona española buscó nuevas fuentes de ingresos. Una de las ideas fue abrir la venalidad y la venta de cargos con la esperanza de obtener grandes sumas de dinero que aliviaran las cuentas de la Hacienda Real. Las cédulas acreditativas solían ir acompañadas de justificaciones como ésta de 1636: “Considerando los empeños en que se halla la Monarquía por los muchos enemigos que tiene, envidiosos de su grandeza […]”.

Se vende puesto de virrey del Perú

A partir de los años treinta, se ofrecieron al mejor postor los principales cargos del aparato gubernativo, militar y hacendístico del Nuevo Mundo. América era todo un vergel de riquezas en el que cualquier puesto brindaba la posibilidad de resarcirse económicamente merced a la corrupción. Por ello, no es de extrañar que los cargos de virreyes fuesen los más codiciados y, de éstos, en especial el cargo de «Virrey del Perú». El virreinato peruano era la joya de la Corona: ofrecía los mayores y mejores yacimientos metalíferos; concentraba una mano de obra abundante y organizada; posibilitaba un comercio más lucrativo; y albergaba algunas de las urbes más importantes de América, tales como Lima, Cuzco y Quito.

El cargo de virrey del Perú fue el más codiciado de todos los ofertados por la Corona, era caro, pero permitía resarcirse económicamente en poco tiempo debido a la riqueza del territorio

En un principio, el Presidente del Consejo de Indias, don Pedro Núñez de Prado, ofreció el cargo de virrey del Perú al conde de San Remy Luis de Egues Beaumont, quien por entonces ostentaba el cargo de General de la Flota y gozaba de un patrimonio nada desdeñable. ¿El precio? Nada más y nada menos que 200.000 pesos de oro, una cuantía sólo al alcance de unos pocos bolsillos.

Don Francisco de Villavicencio, virrey del Perú por gracia del oro

Pero el conde de San Remy rechazó el ofrecimiento: demasiado gasto, demasiado lejos, quizás. En su lugar, propuso a don Francisco de Villavicencio, conde de Cañete del Pinar, para el cargo. Don Francisco tenía experiencia en aquello de la compra de títulos y dignidades, de hecho había accedido al condado de Cañete previo pago de un cuantioso estipendio a Carlos II y era «Gentil Hombre al servicio de su Cámara». La oportunidad se presentó muy propicia, el cargo de virrey del Perú sólo llegaba una vez en la vida, de modo que aceptó. Villavicencio no lo pensó, empeñó casi todos sus bienes y pagó de muy buena gana los 200.000 pesos de oro correspondientes a la dignidad virreinal.

En 1696, Don Francisco de Villavicencio compró el título de virrey del Perú por la suma de 200.000 pesos de oro, para lo cual empeñó buena parte de su hacienda

El 13 de febrero de 1696, el Consejo de Indias cumplió con lo acordado y concedió a don Francisco, bajo rúbrica de Carlos II, el título virreinal. Dos cédulas lo acreditaban como Virrey, Capitán General y Presidente de la Audiencia del Perú. Rápidamente, don Francisco hizo las maletas y se apresuró a partir de Sevilla junto a una comitiva compuesta por: su mujer, dos hermanas, una sobrina, tres sobrinos, dos capellanes, un fraile franciscano descalzo, un médico, seis esclavos varones y otras tantas hembras, amén de «hasta ochenta criados y criadas». Para su transporte, se le permitió «fletar dos navios de Guerra yngleses o olandeses o genoveses para que pueda hazer el biage».

El naufragio del virreinato

Don Francisco embarcó en la Flota de Indias que partió en la primavera de ese mismo año, atravesó el Atlántico y seguramente arribó en Veracruz tras más de 3 meses de ardua navegación. Una vez en Nueva España, don Francisco se entrevistaría con don Juan de Ortega Montañés, fiscal de la Inquisición novohispana y por entonces virrey provisional, quien seguramente le ayudó a familiarizarse con la administración colonial y las particularidades de Indias. Del mismo modo, es muy probable que en diciembre don Francisco recibiese y conociese a don José Sarmiento Valladares, el virrey novohispano entrante (y último al servicio de la Casa de Austria), siendo testigo de su toma de posesión.

Don Francisco de Villavicencio llegó a realizar un largo viaje hasta Indias e incluso tuvo tiempo para familiarizarse con aquella realidad, sin embargo, nunca llegó a su destino

Deseoso de gozar del cargo virreinal, en febrero de 1697, don Francisco de Villavicencio partió de Acapulco con destino a Lima. Estaba a punto de alcanzar el zénit de su estatus social y el culmen de sus aspiraciones. Lo había dejado todo en Castilla para prosperar definitivamente en el Nuevo Mundo. La buena suerte lo había empujado hasta allí, pero la tragedia puso punto y final a su historia. Las bravas aguas del Océano Pacífico engulleron a don Francisco, y con él se ahogaron los miembros de su séquito, sus bienes, sus ilusiones y esperanzas. El Pacífico se tragó al virrey que lo empeñó todo para conseguir nada.


Bibliografía:

  • Serrera Contreras, Ramón María. La América de los Habsburgo (1517-1700). US. (2011).
  • Expediente del nombramiento de don Francisco de Villavicencio como virrey del Perú. (1696) Archivo de Indias. PARES.

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