Llevar a América un sistema educativo similar al castellano era difícil, pero era crucial para integrar y consolidar el nuevo territorio.
Cuando publiqué el primer artículo de esta serie, dejaba la puerta abierta a una continuación, y no era para menos. Si bien me pareció de suma importancia el tema de la medicina en la América española, no menos capital considero el ámbito de la educación. Quizás muchos desconozcan lo que a continuación voy a contar, así que pongan mucha atención.
Conforme a la cultura humanista que se venía prodigando desde el s.XV en Italia, la Península Ibérica no fue inherente al despliegue intelectual de sus momento. La educación se entendía como un pilar fundamental para instruir adecuadamente a las generaciones venideras en profesiones clave del nuevo Estado de cuño Moderno, tales como las referidas a la burocracia y a la judicatura. Asimismo, una buena educación era esencial para crear una cierta cohesión social sujeta a lenguaje, valores, idiosincrasia… Por eso mismo, desde fechas muy tempranas, los pobladores castellanos del Nuevo Mundo pusieron especial énfasis en instruir «a la española» a los hijos de las élites locales y a parte del grueso de la población nativa para lograr la aculturación necesaria que limase las diferencias entre dos mundos totalmente opuestos.
Los colegios
No es baladí señalar que, en América, se fundaron un total de 20 colegios mayores y, hasta la independencia, salieron de ellos unos 150.000 licenciados de todos los colores, castas y mezclas. Allí aprendieron el abecé básico y algunas nociones de mayor envergadura.
Tener en suelo americano tales instituciones significaba que la población colonial gozara de cierta autonomía y comodidad, amén de la integración de las élites nativas.
En la América española se fundaron 20 colegios en los que se intentó integrar a los hijos de las élites nativas
Para 1533, 8 años después de finalizar la conquista de México, el presidente de la Real Audiencia de Nueva España, Sebastián Ramírez de Fuenleal, encargó a los franciscanos la enseñanza de la gramática latina, en lengua española, a los indígenas.
Así comenzó todo. Las lecciones se impartieron en la capilla de San José, en el convento de San Francisco de México, mismo lugar en el que se les predicaba la doctrina cristiana. Pedro de Gante, un franciscano pariente de Carlos I, quien había fundado dicho convento, fue el encargado de dirigir toda la instrucción.
Las lecciones debieron ser de un nivel muy básico, se partía desde cero. Probablemente se centrarían en la explicación de algún tema de la gramática sobre un texto elegido por el profesor. Fuenleal y Pedro de Gante, supervisaron continuamente el funcionamiento del plan, sobre el cual tenían bastantes expectativas. De hecho, de Gante decía con gran asombro que los alumnos nativos presentaban mayor capacidad de aprendizaje que los españoles.
He escogido unos cincuenta (niños) de los más avisados, y cada semana les enseño a uno por uno lo que toca decir o predicar la domínica siguiente; lo cual no me es corto trabajo, atento día y noche a este negocio para componerles y concordarles sus sermones.
Carta de fray Pedro de Gante de 1529 a sus familiares.
Debido al éxito, Fuenleal escribió al rey solicitando 2.000 fanegas de maíz para alimentar estudiantes y 200 pesos de oro para el pago de salarios. Salarios que irían dedicados a la contratación de nuevos maestros, lo que produjo la multiplicación de la población escolar, de su nivel académico y un aumento de las labores de los religiosos novohispanos.
«La admiración suscitada por los conocimientos alcanzados por los indígenas hizo que se establecieran los medios necesarios para su conservación, su compilación sistemática y su fomento«. ( Elí de Gortari, La Ciencia en la Historia de México. )
En la misma línea, y animados por esto, Fuenleal y García de Cisneros (fraile franciscano), con ayuda de Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España y Juan de Zumárraga, primer obispo del virreinato, planearon la apertura de un colegio intra claustra exclusivo para muchachos indígenas. El lugar sería Santiago Tlatelolco, un barrio al norte de la ciudad de México. Allí, el 6 de enero de 1536, se erigió el primer Colegio Mayor de América, el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, el más antiguo de América.
Las universidades
Mención aparte merece la educación superior, sujeta al ámbito universitario. Palabras mayores son las 26 universidades que se levantaron allá en el Nuevo Mundo, universidades dedicadas a los más diversos saberes y vivo reflejo de la disputatio escolástica: teología, filosofía, jurisprudencia, medicina…
La Universidad de Santo Domingo puede presumir de ser la decana facultativa del continente americano. En 1518 se creó como Estudio General y para 1538, gracias a una bula del Papa Paulo III, recibirá el título de Universidad, tomando como modelo a la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henares.
Por su parte, la Universidad de San Marcos de Lima, fue fundada el 12 de mayo de 1551 por medio de una Real Cédula y de una Real Provisión dictadas por Carlos V y es la universidad que más tiempo ha funcionado ininterrumpidamente desde su fundación, la única universidad americana fundada en el s.XVI que ha seguido funcionando hasta la actualidad.
En la América española se levantaron 26 universidades que copiaron el sistema y el modelo de algunas de las facultades más importantes de España
De igual forma, en Nueva España, la Real y Pontificia Universidad de México fue la primera del virreinato, fundada por Carlos V mediante una real cédula en 1551. Los cursos comenzaron el 25 de enero de 1553, con catedráticos de la talla de Alonso de la Veracruz y Francisco Cervantes de Salazar. La universidad contaba con una organización y funcionamiento al estilo de la Universidad de Salamanca, impartiendo: Teología, Derecho Canónico, Derecho Civil, Medicina y Artes.
Estudio y mención aparte merece la real cédula de Felipe II en 1580 ordenando la creación de cátedras de lenguas indígenas para fomentar su estudio y conocimiento. Tan importante era el estudio de las lenguas nativas que a los jesuitas en América se les prohibió hacer profesión solemne si no sabían alguna.
Sin duda, la labor educativa de los españoles en América no tiene parangón, ningún otro Estado del momento pudo ni se interesó aplicar este modelo de conquista y poblamiento con vocación integradora hasta tales consecuencias.
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Fuentes:
- Mariano Cuevas. Historia de la Iglesia en México.
- Bernardino de Sahagún. Historia general de las cosas de Nueva España.
- Elí de Gortari. La ciencia en la historia de México.
- Mariano Cuevas, Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México
- Carlos Daniel Valcárcel. «Fundación de la Universidad de Lima (12 de mayo de 1551)».
- Águeda María Rodríguez Cruz. La Historia de las Universidades Hispanoamericanas: Período Hispano.
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