Saber vivir: marinería y tripulación.

De los 247 que partieron de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, los españoles únicamente significaron más de la mitad -para que luego se dude de que la primera vuelta al mundo fue una empresa española-.

Valladolid, 22 de marzo de 1518:

Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo natural del dicho Reino, queriéndonos hacer señalado servicio, os obligáis de descubrir en los términos que nos pertenecen y son nuestros en el mar océano, dentro de los límites de nuestra demarcación, islas y tierras firmes, ricas especierías y otras cosas de que seremos muy servidos y estos nuestros Reinos muy aprovechados…

El rey Carlos I y Fernando de Magallanes acaban de firmar las «Capitulaciones de Valladolid». El futuro emperador se compromete a brindar apoyo financiero y material al portugués -o ex-portugués, ya que había renunciado públicamente a su condición de súbdito del rey de Portugal-, además del título de gobernador y adelantado de las tierras que descubriese, y otras mercedes. Eso por parte de la corona, pero, ¿qué hay de sus gentes? Bueno, pues de los 247 que partieron de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, los españoles únicamente significaron más de la mitad de los participantes -para que luego algunos políticos pongan en tela de juicio que la primera circunnavegación al globo fue una empresa española-. Eso sí, aunque de España salió la mayor parte de los tripulantes (147), también participaron hombres de otras nacionalidades: portugueses (29), italianos (27), franceses (15), griegos (8), flamencos (5), germanos (3), un inglés y un malayo.

Marineros, grumetes, pajes, lombarderos, toneleros, escribanos, interpretes, contadores… No faltaron profesionales de los más diversos oficios ¿Queréis saber quiénes eran y que pasó con cada uno de ellos? Pinchad en este enlace creado por los amigos de ¨Ruta Elcano¨:👉Tabla con nombre, cargo, procedencia, y destino de cada uno de los expedicionarios.👈

Magallanes impartiendo justicia

Pocos regresaron. La vida de un marinero no solía ser muy larga y menos en un viaje como aquel, que no era precisamente un paseito en lancha por la costa de Marbella. A pesar de que la idea de Magallanes era muy clara, durante el trayecto no lo pareció tanto. Nadie había realizado semejante itinerario. Y ya me dirán, controlar a una tripulación harta de hambre, borracha de penurias e hinchada de calamidades, no resultaba tarea fácil, así que no se extrañen si les digo que el pobre Fernando de Magallanes y su sucesor Juan Sebastián Elcano tuvieron que tirar de mano dura en más de una ocasión, como fue la sublevación durante la invernada de 1520 -en la cual también participó Elcano-. Este motín fue protagonizado por los capitanes Gaspar de Quesada y Luis de Mendoza, quienes exigían la vuelta a España cuando se encontraban acampados cerca de la Antártida, en la bahía de San Julián, con unas condiciones espantosas: temperaturas que podían rondar los 0 ºC, días cada vez más cortos y escasas provisiones. Magallanes no lo dudó ni un segundo, reprimió con dureza la revuelta matando a Mendoza y seguidamente ajustició a Quesada. Es cierto que el almirante perdonó a más de cuarenta hombres, pero para dar ejemplo y evitar que aquel comportamiento se repitiera, dejó en tierra a Juan de Cartagena y al clérigo Pedro Sánchez de la Reina -¿Sería antepasado del actual presidente del gobierno? No lo sé, pero a este parece que la ¨moción de censura¨ le salió por la culata-. Mano dura para hombres duros, eran otros tiempos.


Augusto Ferrer Dalmau: ¨Primus Circumdedisti Me¨

Y que tiempos… Los hombres que zarpaban en aquella expedición -como tantos otros que se embarcaron por las mismas fechas rumbo a lo desconocido- estaban hechos de otro material. Analfabetos la mayoría y sin siquiera saber nadar, desde muy pequeños habían mamado el peligro, tanto que a bordo tenían por costumbre poner una vela a Dios y otra al Demonio. Por norma general, en el s.XVI nadie quería ser marinero, no solo por la mala fama del oficio, sino también por las fatalidades que deparaba el mar. Ya lo decía el refranero «mejor meter a un hijo a aprendiz de verdugo que de marinero» y así era, porque salvo que tu padre ostentara un cargo importante, huías de la marinería. El mar era un trabajo muy duro, del mar venían los ataques de los piratas, en el mar dormían los más oscuros misterios… Peeo si es tan peligroso, ¿por qué había tanta gente dedicada a él? Por necesidad. La inmensa mayoría de los marineros provenían de los sectores más desfavorecidos. Cualquier ciudad portuaria era un hervidero de niños huérfanos o cuyos padres eran incapaces de mantenerlos -el mejor ejemplo es el Arenal de Sevilla-. Estos pequeños eran carne de cañón. ¿Su escuela? La experiencia. Según registra la Casa de Contratación: hasta los 10 años el niño quedaba bajo la tutela de su maestro (carpintero, marinero, tonelero… En la mar había infinitas posibilidades), tenía que hacer todo cuanto se le mandara, salvo ¨cosas deshonestas¨; después de los 10 años al niño se le entregaba sus primeras herramientas y ropa; con 15 años dejaba de ser un niño y pasaba a ser un grumete, así que su responsabilidad aumentaba y percibía un salario, aunque no completo; cumplidos los 24 era considerado un verdadero marinero, tenía encomendada las tareas más complicadas y ya cobraba su salario íntegro.

Pero bueno, en el mar también había posibilidades. ¿A qué cargos aspiraban los marineros?

  • Suboficiales o calafates: se dedicaban al mantenimiento y cobraban entre 1,5 y 2 soldadas. Eran los carpinteros, cirujanos, toneleros…
  • Contramaestre: lo más a lo que podía llegar un marinero siendo analfabeto. Impartía los castigos y transmitía las órdenes a los marineros, para lo cual solía llevar un silbato, ya que en caso de tormenta las voces no se oyen.
  • Piloto: el encargado de la navegación. Debía saber leer y escribir. Era una persona instruida, tanto en letras como en matemáticas, pues precisaba manejar las cartas y los instrumentos de navegación náutica. Además, debía tener práctica en la navegación. En la flota española de Indias, desde 1503, debía pasar un examen en la Casa de Contratación de Sevilla.
  • Maestre: encargado de que el estado del barco fuera óptimo antes de partir, así como de los aspectos económicos y de intendencia.
  • Capitán o patrón: lo más alto a lo que se aspiraba. Máxima autoridad en un barco. Responsable de todo su funcionamiento. El título de capitán era exclusivo para barcos de guerra. Como la expedición de Magallanes-Elcano era una ¨expedición real¨, iba dirigida por capitanes.

No eran las únicas posibilidades. Si bien es cierto que el trabajo del marinero entrañaba grandes riesgos, no menos grandes podían ser las ganancias. El caso que tratamos (la ¨Expedición real de Magallanes y Elcano¨) aunque terminó siendo una de las mayores gestas de la humanidad, no es más que otra expedición europea a las Molucas, las famosas islas de la especiería. En la cual, además del objetivo de encontrar una nueva ruta para competir con los portugueses, iba implícito el intercambio comercial y el lucro particular. Los marineros cobraban en quintales de especias, así cada uno de ellos se convertía en un pequeño empresario y se esmeraba en llevar a buen puerto la aventura. ¿Y a cuánto equivalía un quintal? En aquel momento a 100 libras castellanas, o lo que es lo mismo, unos 46 kg de hoy día. ¿Era rentable? Ya me dirán, 5 quintales de clavo se compraban en el lugar de origen por 3 ducados y posteriormente eran vendidos en España a un precio de 210 ducados. Total, casi un 7000% de beneficio .Con lo cual no es de extrañar que algunos empeñaran cuanto llevaban (camisas, cinturones, correajes…) para obtener el mayor beneficio posible. Tras 10 años un marinero podía cobrar alrededor de 44.000 maravedíes. Eso sí, debía vivir para cobrarlos.

Marinero pasado por la quilla

No todo era trabajo y negocio, también había lectura (para el que supiera leer) y juegos, pero estos no solían terminar muy bien. Hablar de una partida de cartas en un barco era hablar alboroto. Las trampas abundaban y las peleas no escaseaban. Basta apuntar que un 1 de oro bien podía costar 6 gallinas. Con todo esto no es raro que en más de una ocasión se tuviera que prohibir el juego a bordo para evitar males mayores. Aunque si dichos males no se podían evitar por las buenas, existía la posibilidad de sanarlos por las malas. Un superior tenía todo el derecho del mundo para golpear a un marinero, las leyes decían que éste debía aguantar el primer puñetazo, pero si el superior se sobrepasaba, el marinero podía defenderse, y si la cosa se ponía peor, al pobre marinero siempre le quedaría la cadena de proa, si se colocaba tras ella no se le podía tocar. Cosas de la mar.

Bibliografía:

Spain’s Men of the Sea. Pablo Emilio Perez-Mallaina Bueno

El Hombre Frente al Mar. Pablo Emilio Perez-Mallaina Bueno

Ruta Elcano

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