«Me imagino una Sevilla y un Al-Ándalus entero que cultivaba luz en sus urbes en forma de literatura, música y poesía», dijo Diego. Parecía extasiado. «¿Tan poco ha durado? ¿No podremos ser partícipes de todo aquello?». «Me temo que no, Diego. Parece que, históricamente, la barbarie ha sido más poderosa que la cultura. Siempre logra eliminarla o enterrarla en lo más profundo del olvido. Las artes otorgan sabiduría, pero muchas veces relajan el alma y hacen olvidar ese estado de alerta tan necesario para la supervivencia. No es difícil saber quién saldrá victorioso si tenemos en cuenta que unos afinan acordes mientras otros afilan espadas». (Adrián Badía, El Escudo de Plata).

Adrián Badía Dávila, autor de «El Escudo de Plata».

Lo conozco desde hace relativamente poco tiempo, unos meses quizás, no llega ni al año, pero un par de charlas me han bastado para calar al bueno de Adrián Badía. Un tipo cargado de talento, enamorado de las letras y la Historia, y dispuesto a lo que sea por hacer un cóctel con estos dos venenos y emponzoñarse de por vida. Y es que Adri es así, un epicúreo del saber, un loco de la pluma estilográfica que disfruta, en cada uno de sus párrafos, viajando al pasado con sus personajes. Esa enfermedad, atesorada tras montañas de lecturas desde la más tierna infancia, la ha sabido plasmar en su primera novela: El Escudo de Plata. Una obra magnífica, que nos lleva a la España del Cid, a esa España sumida en la Reconquista, bañada en sangre y labrada con intrigas, donde un joven Diego Rodríguez tendrá que abrirse paso a golpe de espada y destellos de astucia.

Los tiempos de la Reconquista fueron tiempos de lucha constante. Contra el Islam, y también entre los propios reinos cristianos

P: ¿Todo preparado?

R: Todo listo, compadre. Dispare usted.

P: Segunda edición ya. Parece que El Escudo de Plata ha tenido éxito.

R: Jajaja parece mentira, sí… Sinceramente, no puedo estar más contento. ¡Se acabaron al mes de imprimirlos!

P: No es moco de pavo para tratarse de un escritor novel. ¿Cuántos ejemplares llevan ya tu firma?

R: Pues tengo que ponerme a contar otra vez, porque ya me falta una caja de la segunda edición, pero entre 200 y 250. Y tengo que añadir que, como dices, casi todos llevan mi firma. Se me han escapado un par de decenas, aunque eso es bueno, hay ejemplares que están saliendo de mi alcance.

P: Claro, porque supongo que, como los personajes de tu novela, El Escudo de Plata ha cruzado la frontera.

R: Pues mira, si hablamos literalmente, sé que al menos un par ha ido a mi querida Italia; otros dos a Francia, otro a Londres, uno esta ya en Argentina y hay ejemplares pendientes para Chile y México… ¡Así que, sí!

Cuanto más leía acerca del Cid Campeador, más lo admiraba.

P: ¿Te suena el nombre de Diego Rodríguez?

R: Jajaja nunca dejará de sonarme… No he podido tener mejor compañero estos años. La verdad, ya le estoy echando de menos. Pero estoy feliz de pensar que ahora acompañará a batallar a mucha más gente.

P: Pocos de los que nos estén leyendo sabrán que hablamos del hijo del Cid Campeador.

R: Llevas razón, ya que no ha sido muy conocido hasta hace un par de décadas… De hecho, yo me enteré de su existencia gracias a la difusión que le empezaron a dar en Consuegra. Cada año representan la batalla que tuvo lugar allí, donde Diego Rodríguez, el único hijo varón del Cid, lucho junto al ejército real. Unas fiestas estupendas que recomiendo visitar, así como la población de Consuegra y su castillo. Pero sí, una vez escuché la historia me quedé prendado y supe que quería explorar más aquella parte de nuestro pasado.

P: ¿Por qué Diego Rodríguez y no su padre? ¿Qué te empujó a zambullirte en este proyecto?

R: Se ha escrito mucho y de muchas maneras sobre el Cid Campeador. Hay libros de historia, novelas, estudios… Lo que yo podía aportar ahí era limitado, y además tampoco me sentía capaz de ponerme en la piel de un hombre como él, a mi edad. Por eso elegí a Diego, un muchacho que tenía la misma edad que yo en aquel momento, quizás con mis mismas inquietudes, con el deseo de salir al mundo a probarse después de tanto tiempo de instrucción y… tutela, diría. Me gusta pensar que él me eligió a mí más que yo a él, aunque suene demasiado romántico. Pero así fue, porque lo encontré mientras leía sobre su padre.

En la Reconquista, la estrategia y la diplomacia tenían que ser bestiales para no salir escaldado.

P: ¿Enamorado de la Reconquista?

R: La verdad es que sí, me ha encantado sumergirme en esta época. Siento que he aprendido muchísimo. Por aquel entonces se iba forjando lo que íbamos a ser. Además, la entrada de los almorávides significó un cambio, un punto de inflexión; el mundo musulmán atacaba de nuevo y con fuerza a los reinos cristianos, y bajo esas condiciones es cuando se forjan las leyendas. Un momento de la historia precioso para una novela.

P: No hay discusión acerca de que, lo que somos, y el devenir de lo que fue nuestra historia, se gestó en la convivencia, pero sobre todo en lucha contra el Islam.

R: Jajaja sí, pero la palabra «convivencia» mejor tratarla con delicadeza. Fueron tiempos de lucha continua, constante. Contra el Islam, y también entre los propios reinos cristianos, sobre todo cuando varios empezaron a coger fuerza al mismo tiempo. Lo mismo te atacaban desde el sur que desde el nordeste, o un reino taifa se aliaba con quien menos esperabas y te asediaba desde el oeste… La estrategia y la diplomacia tenían que ser bestiales para no salir escaldado. Por eso, cuanto más leía acerca del Campeador, más lo admiraba, pues salió victorioso de todas sus luchas. Y no es extraño pensar que le enseñara todo cuanto pudiera a Diego, su hijo.

P: Como tantas veces he comentado: la historia es la que es, y los tiempos pasados se caracterizaron por ser duros y crueles. Lo importante es que el escritor sea coherente y consciente de la realidad que trata de plasmar.

R: Al final es lo que se me ha quedado de los libros que he leído… Y creo que han sido de gente muy buena. Menéndez Pidal, Martínez Díez, Ladero Quesada… O Richard Fletcher y Bernard F. Reilly (algunos ingleses cuentan muy bien nuestra historia, al estar fuera parecen no estar condicionados, ya sabes ). Creo que es vital leer mucho y leer bien -distinguir esto es difícil, imagino que se consigue con el tiempo-, de la máxima variedad que se pueda para ser, como dices, lo mas coherente y lógico posible.

El Escudo de Plata es un homenaje a mi padre

P: En tu novela, ¿derramas mucha sangre o eres más limpio que los del Equipo-A?

R: Jajaja me encantaba el Equipo-A… Sí, derramo sangre. Aparte de la batalla principal, que es la de Consuegra, hacia donde Diego parte desde Valencia con la hueste de 300 caballeros que le proporciona su padre, también tendrá una pequeña escaramuza durante el camino… Y se derramará sangre. Pero no tanta como en el asedio a Jerusalén, que, por lo visto, fue una barbaridad. Uno de los episodios más sangrientos de toda la Edad Media. Y no solo hay acción física, las tramas y traiciones que se urgen en la corte son uno de los móviles principales del libro.

P: Precisamente iba a preguntarte por eso. Jerusalén, la I Cruzada, ¿por qué aparece en tu libro?

R: Pues… Primero, porque quería aprender sobre nuestra historia sin desligarla de la europea. Vivimos en un continente pequeño, y todo lo que ocurría tenía gran influencia en todos los reinos. Por eso, cuando vi que la Primera Cruzada tuvo lugar justo en aquella época, pensé que dar una puntada de lo que ocurría en Europa y parte de Asia ayudaría mucho a tener una mejor idea de todo. Segundo, porque se me abrían diversas posibilidades, así como personajes nuevos y extraños, fuera de lo común. Y eso me permitía tratar algunos temas que quería explorar y sobre los que quería reflexionar.

Los almorávides atacaron de nuevo con gran fuerza a los reinos cristianos; bajo esas condiciones es cuando se forjan las leyendas

P: Cambiamos de tercio. Esto de la escritura y la historia, ¿te picó algún bichito de pequeño o es repentino?

R: Hay un poco de las dos cosas. En cuanto a la escritura, empecé con las viejas máquinas de escribir que tenía mi padre, y la pasión aumento cuando me regaló mi primer ordenador, aquel Windows 98. Escribía pequeños diarios, tonterías, ya sabes… Pero escribía. Después, entre todos los libros que siempre me traía a casa mi padre hubo uno, El Círculo de Fuego, que despertó mi curiosidad por la Edad Media. De ahí, años después, pasé a la Historia en general. Curioso camino…

P: ¿Y algún escritor o escritores que te indujeran a escribir o te hayan influenciado en tu estilo?

R: Uf, muchos… No sabría decirte quién está mas presente en la mezcla que soy. Arturo Pérez Reverte es uno de mis favoritos y me ha marcado profundamente. Imagínate lo que sentí al enterarme, cuando estaba en vías de publicar la mía, que él había escrito una novela sobre el Cid… No era solo que el tema se ponía de moda, sino la enorme ilusión de pensar que habíamos estado leyendo y documentándonos al mismo tiempo sobre todo esto. De hecho, en una foto que subió vi que tenía en su mesilla un mapa de los reinos de España en 1086 de Menéndez Pidal que me había acompañado durante años. Sentí un cosquilleo increíble. Luego hay otros autores con los que he crecido como Mario Puzo, Matilde Asensi, Julia Navarro, Javier Sierra, Javier Cercas… Y, por supuesto, Santiago Posteguillo. Me encanta cómo tratan el tema histórico. Supongo que habrá mucho de ellos en mí. Y la manera de escribir de Muñoz Molina, Javier Marías, Marguerite Yourcenar, Amin Maalouf, García Márquez, Vargas Llosa… Podría no terminar. Muchas influencias, pero yo soy incapaz de catalogarme.

P: Al final, los escritores somos eso, un conglomerado de influencias con un toque muy personal

R: Eso es.

P: Me comentabas antes que tu padre te influyó para entrar en este mundillo de las letras, ¿hasta qué punto marcó un antes y después en tu pasión por la historia?

R: Lo marcó todo. Era un apasionado de la Historia de Roma, siempre había libros del tema por todos lados, así como novelas de muchos tipos… Y, lo más importante, es que le veía leyendo. Creo que dar ejemplo en la lectura es fundamental para que los que vienen detrás lean. Creo que es casi la única manera. Así que él leía y me hablaba de Roma con tal pasión… Que me enamoré.

P: De hecho, en la presentación de tu libro dejaste caer que le dedicaste un bonito homenaje en El escudo de plata.

R: Sí. Este libro es un homenaje a él.

Me gusta pensar que fue Diego Rodríguez quien me eligió a mí

P: Después de todo esto, ¿te has quedado con ganas de más? Habrá nuevas novelas o te contentarás con las ediciones?

R: ¡De mucho más! Jajaja. Ya estoy sumergido en mi siguiente proyecto, aunque sin dejar de trabajar para hacer cosillas que aún quedan con El Escudo de Plata. Pero sí, tengo ya algo nuevo en la cabeza, me estoy documentando y va tomando forma… Solo desvelaré que hay un salto importante de época.

P: ¿Dónde se puede adquirir tu libro?

R: Pues el libro se puede adquirir en la página de Letrame Editorial, y también en Amazon, Casa del libro formato eBook… Hay varias maneras.

P: Pues como suele decir Carlos Herrera: me voy alegrando de saludarte. Ha sido un placer amigo, como siempre.

R: Jajaja el placer ha sido todo mío. Muchas gracias Manuel.

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