HERNANDO CORTES (1485-1547). Spanish conqueror of Mexico. Oil painting by an unknown 16th century artist.

Hernán Cortés, marqués sin poder

Hernán Cortés hizo entrega de todo un imperio a Carlos V, pero, ¿fue justo el emperador a la hora de recompensar al conquistador?

A mediados de abril de 1528, Hernán Cortés parte de Veracruz con destino a España. Antes de embarcarse, había recorrido todas sus posesiones para cobrar las rentas pertinentes y todo el género autóctono posible de aquellas tierras. Cortés quería regresar a España por todo lo alto, como un gran indiano, haciendo gala de la nueva posición social de la que gozaba tras la conquista de la civilización más grande de todo el Nuevo Mundo hasta el momento. Y a fe que lo hizo. A fines de mayo, Cortés llegó a España con una comitiva de 50-80 personas compuesta por capitanes, señores indios, bufones, cirqueros nativos, auxiliares, servidores…

Mucha fue la gente que se maravilló ante el exotismo cortesiano. En Toledo, donde le esperaba el emperador, ciertos nobles llegaron a asombrarse de la magnificencia de los presentes y la comitiva. No sucedió lo mismo con algunos Grandes y altos funcionarios, para los cuales, Cortés no era otra cosa que un indiano venido a más y que jamás llegaría ostentar la relevancia de la que ellos gozaban. La cerrada alta nobleza prefería taparse los ojos antes que reconocer la proeza de un hidalgo.

A pesar de los logros de Cortés, la alta nobleza de España siempre miró con recelo y desprecio al de Medellín

El emperador atendió al de Medellín con muy buenas formas, escuchó sus consejos y le hizo merced de 23.000 vasallos adscritos a una serie de poblaciones y provincias concretas, además del título de marqués del Valle de Oaxaca y el cargo de Capitán General de la Nueva España y las provincias del Mar del Sur. El título de marqués significó para Cortés el mayor logro en cuanto a prestigio social se refiere, era el segundo título nobiliario más alto en la nobleza castellana –por debajo de duque- y el más grande al que se podía aspirar por méritos propios.

La Corona se reservaba las cabeceras más importantes, como eran Tenochtitlan, Tezcoco, Chalco, Otumba, Huejotzingo. Y a pesar de los prometimientos, las posesiones de Cortés nunca fueron firmes. La Corona, por medio de la Audiencia primero, y después con la actuación de los virreyes, disputó los pueblos que le correspondían. Asimismo, el título de marqués y el cargo de Capitán General no eran realmente efectivos, Cortés sabía perfectamente que sobre él se colocaba una autoridad superior, ya fuese la Audiencia, el gobernador o el futuro virrey.

Cortés recibió el título de marqués del Valle de Oaxaca y el de Capitán General de la Nueva España, aunque a la postre, no pasarían de nominativos

Con estas medidas y el proceso de residencia abierto –que nunca concluiría- Carlos V pretendía contentar al hombre que le había hecho merced de todo un imperio y, al mismo tiempo, alejarlo de toda actividad política relacionada con el mismo. La Nueva España hacía tiempo que había dejado de ser una empresa particular para convertirse en asunto de la Monarquía. Las provincias de la Corona no correspondían a particulares.

Bibliografía:

José Luis Martínez, Hernán Cortes.

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