Monte Arruit fue la mayor masacre sufrida por el Ejército español en el s.XX. La prensa trató de hacerse eco de la tragedia aquellos días, pero la censura y las circunstancias no lo pusieron fácil.
Monte Arruit fue, si cabe, el episodio más macabro y desalmado de todo el Desastre de Annual. El 9 de agosto de 1921, después de más de dos semanas de enconada resistencia, el general Navarro decidió entregar la posición a los rifeños. No había otra opción, apenas quedaban municiones, los víveres eran escasos y el agua poco menos que una ilusión. Por si fuera poco, los sitiados no esperaban ninguna ayuda. Desde Melilla, el Alto Comisario Berenguer no se atrevía a mandar una columna de auxilio a pesar de las fuerzas concentradas en la ciudad. A pesar de que Navarro acordó con los nativos la entrega pacífica de la plaza y las armas, los rifeños no respetaron lo acordado y se lanzaron como hienas a por los rendidos. Exhaustos y desarmados, los soldados españoles apenas pudieron hacer nada por defenderse. Alrededor de 3.000 hombres fueron vilmente asesinados en Monte Arruit. Tan solo la oficialidad pudo salvarse.
Sin embargo, a pesar de la catástrofe, la información llegó a cuentagotas a la sociedad española. En primer lugar porque las comunicaciones no eran fáciles, y en segundo, porque el gobierno trató de controlar a la prensa a través de una estricta censura. Día a día las noticias fueron esclareciendo el macabro suceso que finalmente salió a la luz tres días después de haber sucedido. Sin embargo, el verdadero drama de Monte Arruit no fue conocido hasta el mes de octubre, cuando las tropas españolas llegaron a lo que en toda regla era un putrefacto matadero.
He aquí cómo se relató la tragedia de Monte Arruit a la sociedad española a través de la prensa de la época.
LA ACCIÓN (9-8-1921)
“Monte Arruit continúa su heroica defensa con los elementos de que dispone… Es imposible enviarle socorros… El general Berenguer no considera exponerse a un nuevo desastre, y está procediendo con prudencia y calma. Sin embargo, no abandona a los de Monte Arruit, y casi todos los aeroplanos… están dedicados a la tarea de aprovisionar dicha posición, llevándoles hielo, víveres y municiones. El enemigo aumenta; los asaltos van menudeando cada vez más; ya los moros entran en las posiciones y se lucha en las calles; el rechazarlos está costando muchas vidas… ¿Tendrán, al fin, que capitular? ¿Procederán los moros como han procedido en Zeluán?… Las tropas deben estar extenuadísimas.”
EL HERALDO DE MADRID (10-8-1921)
“El General Navarro y los soldados de Monte-Arruit agradecen al Rey su alentador saludo”
“Hace poco se comenzaron a notar incendios en Monte-Arruit; anteayer tenía enarbolada bandera roja. Hoy se da por segura la muerte del coronel Primo de Rivera, a quien hubo que amputarle, días antes de morir, un brazo. Se notan en torno de la posición numerosos enemigos. Se sabe que la oficialidad… ocupa de noche el puesto de los soldados y hace guardia en los parapetos… No derrochan… las municiones. Ven acercarse al enemigo con gran sangre fría y no disparan sino cuando éste se ha aproximado lo suficiente… Mientras, el socorro de Melilla no llega… ¡Quién sabe si dentro de unas horas será ya tarde para realizarlo!”
EL LIBERAL (11-8-1921)
“Monte-Arruit ha sido asaltado por los moros.—El general Navarro y unos cuantos oficiales han sido conducidos a casa de un Jefe rebelde.—No se tienen noticias del resto de la columna”.
“La herida por donde pierde España su sangre… Se ha confirmado la noticia que teníamos la noche del martes y que dimos al público, del único modo que permitió la censura: preguntando qué pasaba en Monte-Arruit y escribiendo unas cuartillas en las que relatábamos -en pretérito naturalmente- lo que venía ocurriendo a la columna Navarro, medio único de decir que aquello no ocurría ya… El país da su sangre y su dinero. Ya que no se le explica siquiera para qué ni en qué se emplean su sangre y su dinero, lo menos que tiene derecho a saber es la verdad.”
LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA (12-8-1921)
“Detalles de lo ocurrido en Monte Arruit”.
“Después de una lucha heroica que ha durado quince días, se ha rendido la columna del general Navarro… Hace días que en la plaza se seguían negociaciones con caides de prestigio, de Arruit, con objeto de rescatar a la columna y traerla a Melilla. El día 9 el general Navarro se puso al habla directamente con los caides para ultimar los detalles de evacuación. En esta entrevista se convino definitivamente en deponer las armas a cambio de asegurar las vidas, es decir, que las de todos los que ocupaban la posición serían respetadas. El mismo día… a las tres de la tarde, se organizó la columna para evacuar la posición… En aquel momento los elementos anárquicos que rodeaban la posición dieron el asalto a ésta, entrando en ella como fieras. La sorpresa de los que estaban en su interior fue grande, y mucho mayor cuando los asaltantes empezaron a hacer descargas por todos lados, sembrando el pánico consiguiente… El general Navarro y algunos oficiales lograron escapar amparados por aquellos caides y se hallan en sus casas, haciendo gestiones para su rescate.”
LA LIBERTAD (27-10-1921)
“Una página de tragedia. España en Monte Arruit”.
“Por las carreteras y caminos se veían aquí y allá cadáveres destrozados, momificados, con crueles mutilaciones, quemados horriblemente. Las dos aguadas inmediatas a Monte Arruit estaban llenas de muertos. Un hedor espantoso, al que contribuía principalmente el gran número de caballos en estado de descomposición, hacía irrespirable la atmósfera. Con pañuelos, algodones, mascarillas o frascos de sales inglesas, procurábamos contrarrestar aquella pestilencia. Los campos que rodean Monte Arruit, la ladera hasta llegar a los muros del campamento, eran un inmenso cementerio, donde los cadáveres se veían a montones, desnudos todos ellos, denotando en sus posturas y contorsiones la bárbara crueldad de sus matadores. El muchacho que, en su agonía, tuvo fuerzas para llegar hasta su padre y morir abrazándoles en un supremo beso, nos hizo llorar con amargo desconsuelo. Otra víctima, un soldado de Artillería, cruzadas las manos en un gesto de inmenso dolor, parece implorar piedad… En todos los ojos hay lágrimas, todos los corazones están oprimidos, de todos los labios suenan maldiciones y rencorosas frases pidiendo venganza… ¿Pueden compararse las cargas de Primo de Rivera y sus soldados con la muerte que dan los rifeños al enemigo?
Fuentes:
Archivo digital de la Hemeroteca de la BNE.