En 1650, don Juan Palafox Mendoza, uno de los hombres más notables de su tiempo, hizo esta reflexión sobre cómo España llegó a ser «superior a todas las naciones de Europa».
Don Juan Palafox Mendoza fue uno de los hombres más notables en la labor religiosa y cultural en América. Nombrado fiscal en los Consejos de Guerra e Indias por el Conde-duque de Olivares, la muerte de un familiar suyo lo llevó a jurar votos y ordenarse sacerdote, siendo designado como capellán de la infanta María Ana de Austria, hermana de Felipe IV. Aquello le valió la confianza del rey y nombramiento como obispo de Tlaxcala, desde donde llegó a ocupar temporalmente el cargo de virrey y promovió una activa acción cultural de la que hoy queda como ejemplo la excelente biblioteca de Puebla, México.
Amante de la historia y de los asuntos de gobierno, en 1650 escribía una soberana reflexión que rezaba así el por qué de la posición de España en tiempos de Felipe II:
“No es monarquía un reino grande por poderoso que sea si no domina sobre otros grandes y poderosos…
Cuando comenzó, pues, a ser monarquía la de España, fue cuando asegurado lo de Italia por el Rey Católico, ampliado por el Emperador Carlos V con el estado de Milán, los Países Bajos y Borgoña, añadido lo de Portugal e India Oriental por Felipe II; obedientes las Indias occidentales, agregados los Países Bajos; cabeza superior de la Casa de Austria por segunda línea, fue vencida Francia, su rey preso, se retira Solimán, tiembla el mundo y se hizo superior España a todas las naciones de la Europa comparable a todas las mayores de África y América.
Y así puede decirse que a esta monarquía la zanjó la sabiduría y gran juicio de Fernando el Católico, la formó el valor y celo de Carlos V y perfeccionó la justicia y prudencia de Felipe II”.
Bibliografía:
Cita en Gil Pujol, Xavier, “La fábrica de la Monarquía. Traza y conservación de la Monarquía de España de Reyes Católicos y los Austrias”, Real Academia de la Historia, Madrid, 2016, p. 125